Semanario Hebreo Jai- por Ana Jerozolimski

Jonathan Elkhoury y Yazmin Mazzawi, el primero cristiano libanés; la segunda, árabe israelí. Son ejemplos de historias de vida de árabes que crecieron y se desarrollaron en Israel viviendo en igualdad de condiciones con los israelíes judíos. Yasmin incluso encendió una de las antorchas en el 72º aniversario de la independencia de Israel. Ejemplos entre tantos que es bueno mostrar en momentos que Israel recibe falsas acusaciones por parte de Amnistía Internacional.

La historia de Jonathan

Meses atrás se cumplieron 20 años desde que Jonathan Elkhoury, cristiano libanés, llegó a Israel con su madre y su hermano, tiempo después que su padre, miembro del Ejército del Sur del Líbano aliado de Israel, cruzara rápidamente la frontera a raíz de la desordenada retirada de Israel por la cual quienes habían peleado junto a sus tropas corrían riesgo de ser asesinados por Hizbala como “traidores”.

Tzahal se  retiró rápidamente, en medio de la noche, no de forma ordenada ni coordinada con quienes habían arriesgado sus vidas en ese vínculo con Israel. Lo hicieron porque consideraron que eso servía a sus intereses en su propio país, pero la frustración creada por la forma en que Israel se fue, causó heridas no totalmente sanadas.

Quienes se quedaban en territorio libanés, se arriesgaban a ser asesinados por Hizbala o llevados a juicios como “traidores”. Uno de ellos era el padre de Jonathan Elkhoury, miembro del Ejército del Sur del Líbano, que salvó su vida gracias a que alcanzó a cruzar la frontera a  Israel. Recién un año después se volvió a reunir con su familia.

Los Elkhoury, hoy todos ciudadanos israelíes, viven en Naharia y sienten que Israel es su hogar, pero la nostalgia y la conciencia sobre la familia que quedó en Líbano, no los abandona.

A Jonathan lo conocemos desde hace años, por la actividad que desplegó durante años como Director de Proyectos en “Miluimnikim Bajazit” (Reservistas en el Frente), una organización compuesta por ciudadanos israelíes no judíos, que viajan por el mundo dictando conferencias sobre la verdad de la vida de los árabes en Israel.

Esta es parte de su historia.

P: Jonathan, yo sigo mucho todo lo que escribes en las redes, con una singular combinación de firmeza y buen humor, siempre original. Y recuerdo en especial una pequeña filmación que subiste en la que se te ve en un panel hablando, diciendo que como en todos lados también en Israel hay cosas buenas y malas, y alguien te pregunta cuáles son las malas. Y tú respondiste que te perdone pero que muchos hablan de las malas y que tu intención es contar sobre las buenas.

R: Así es. Fue en Oslo. Dije que nunca veo que en eventos anti israelíes alguien pregunte cuáles son las cosas buenas. Todos buscan lo malo. Yo no estoy de acuerdo. Y luego se me acercó un diplomático y me dijo “nunca lo había pensado así, tienes toda la razón”.

P: Y tú hablas de lo que conoces de adentro. ¿Cuál es tu historia con Israel?

R: Creo que mi propia historia es bastante representativa de cómo está formada la sociedad israelí. Es un crisol de diásporas, de gente de variadas identidades y trasfondos, de culturas distintas, una de las cosas más hermosas de Israel, lo multifacético. Yo veo algo muy positivo en mi propia mezcla de identidades, lo siento como un privilegio. Soy un poco de todo y eso me gusta mucho porque destaca que cada uno de nosotros es una persona especial que aporta lo suyo a la sociedad.

P: Al mismo tiempo, tu historia así como la de todos los miembros del ejército del Sur del Líbano, es una historia de dolor y desconexión… ¿verdad?

R: Sin duda. Eso es parte inseparable de nuestra historia. Me ha pasado muchas veces que cuando cuento sobre el día en que dejamos el Líbano, se me caen las lágrimas. Tampoco es fácil recordar los comienzos de nuestra vida en Israel, cuando no sabían exactamente qué hacer con nosotros. Y a veces me preguntan cómo puedo defender a Israel que actuó mal en aquel momento con sus aliados, el Ejército sud libanés. Pero yo distingo entre el Estado de Israel y la decisión que tomó el gobierno de entonces. Mis quejas no son contra Israel como país y es importante dejar en claro la diferencia. Para mí hay que distinguir una cosa de la otra. Está el público israelí, la población de Israel y el Estado de Israel, que tiene derecho de existir. La gente nos ayudó a aclimatarnos. Otra cosa fue la política de aquel gobierno que no actuó bien, que a nuestro criterio cometió un error en aquel momento al no notificar al Ejército del Sur del Líbano acerca de la retirada que se realizaría esa noche. Y también al no tratar debidamente nuestro tema cuando ya estábamos en Israel. Y el tema está siendo tratado hasta hoy en comisiones parlamentarias, en la comisión de seguridad, la de absorción (klitá) y dos más que ahora no recuerdo. Allí presentamos problemas que tiene lo que se llama hasta hoy la población  ejército sud libanés en Israel y su integración a Israel.

P: O sea que antes las autoridades pueden seguir reivindicando cosas que consideran deben ser corregidas, y en el exterior optas por destacar todo lo que está bien en Israel, que es tu país.

R: Exacto. Muhamad Kaabiya, que trabajó con nosotros y tiene exactamente esta línea, dijo una vez-y yo adopté la fórmula- : “En Israel lucho por mi comunidad y en el exterior lucho por mi hogar, por mi país”.

P: Kaabiya, beduino, musulmán, gran defensor de Israel, asesor de la cancillería, oficial en Tzahal.

R: Así es. Para mí, esa frase que digo tiene mucha fuerza y creo que nos representa a todos los que estamos en este esfuerzo de contar la verdad de los ciudadanos no judíos de Israel. Ninguno de nosotros tiene dudas de que Israel tiene derecho a existir y vivir en paz. Y que la vida que tenemos en Israel es muy diferente de lo que inventan algunos en el exterior.

LA SEPARACIÓN

P: Ustedes vivían en Mardjaiun ¿verdad?

R: Así es. Y hablando de mi historia…yo tenía 9 años cuando llegamos a Israel.

P: ¿Recuerdas cómo te sentiste al llegar?

R Claramente. Era mayo del 2000.Ante todo recordemos que como no sabíamos qué podía pasar, mis padres decidieron que lo mejor sería que él cruce a Israel, vea que está todo bien y luego veríamos. Se pensaba que en algún momento podríamos volver al Líbano. Que Israel hallaría una solución para que eso fuera posible. Pero la realidad fue otra, nos golpeó duramente cuando mi madre entendió que mi padre no tendría futuro en Líbano, y decidió irse con nosotros, con mi hermano y yo y viajar a Israel.

P: ¿Qué les dijo a ustedes, a tu hermano y a ti?

R: No nos dijo nada. Yo pensé que viajábamos a Beirut a visitar familiares, pero súbitamente me encontré en el aeropuerto de Beirut. Luego nos dijo que vamos a visitar a un tío nuestro que vive en California, Estados unidos. Aterrizamos en Chipre y recién allí nos dijo: “Vamos a reunirnos con papá”. Pero no dijo dónde.

P: Y durante el año que había transcurrido desde que tu padre se había ido, la noche de la retirada ¿pensaste que lo volvería a ver? O sea..¿qué se te pasaba por la cabeza?

R: Todo ese año no sabía dónde estaba mi padre. Él le dio a mi madre un teléfono antes de irse. Cada tanto mamá salía al jardín, cavaba en la tierra, sacaba el aparato que él le había dado, introducía una tarjeta y lo llamaba. Una vez me dio para hablar con él. Era muy raro que de repente él había desaparecido, y todo ese tiempo yo no sabía dónde estaba. Pero el tema es que toda esa época fue muy rara. De repente la mitad de nuestra aldea desapareció. Muchos niños de mi clase desaparecieron.

P: Muchas familias del Ejército aliado de Israel…

R: Así es

Los sud-libaneses, en Israel

P: ¿Recuerdas la lógica detrás de la creación del Ejército del Sur del Líbano? Recordemos que tenía miembros de diferentes comunidades libanesas, pero lo más notorio era por cierto la participación cristiana.

R: Así es. Antes de existir el ESL, cristianos se dirigieron a Israel a pedir ayuda. Israel es el país en el que los judíos son libres. Y nosotros, como minoría en Oriente Medio, éramos y somos perseguidos por los mismos elementos hostiles que tratan de imponer el terrorismo en nuestras vidas. Por lo tanto, era lo más digno cooperar con Israel para vivir mejor.

P: Recordemos algunos detalles respecto al Ejército del Sur del Líbano, números…

R: Hoy hay en Israel unas 680 familias, o sea unas 3 mil personas. O sea que al menos uno de los miembros de la familia estaban en el ESL. Originalmente llegaron a Israel unas 1500-2000 familias.

P: ¿Tantos más? ¿Y dónde están hoy?

R: Aproximadamente el 30% volvieron a Líbano y un 10% se fueron a Europa, más que nada a Alemania y Francia, aunque también a Australia y Canadá. En general fueron casos que ya tenían familiares allí. Los que volvieron al Líbano se dijeron que no les pasará nada, que todo estará bien, lo que lamentablemente no fue así . También hubo casos de gente que tenía miedo de estar en Israel, un lugar desconocido, sin saber el idioma, todo extraño. Sintieron que estar cerca de sus familias sería más fácil aunque tuvieran que ir a prisión.

P: Y supongo que inclusive si el Estado se hubiera ocupado mejor de todo el tema, estarían en un lugar extraño, en un medio muy distinto del suyo.

R: Claro. Eso fue clave. Y había mucha gente sin preparación. No lo digo por mal, sino porque muchos habían sido militares toda su vida. Mi padre no terminó ni tercero de escuela por las guerras y la situación de emergencia en Líbano. Había guerra civil. Dicho sea de paso, te comento que yo me asesoro con mi padre para todo. Es una de las personas más inteligentes que conozco. Y yo siempre digo: “mi padre defendió a Israel con un arma, yo lo hago con un micrófono”. Cada uno a su forma.

LA NUEVA IDENTIDAD

P: ¿Recuerdas cuándo comenzaste a sentirte israelí?

R: Yo diría que nunca me dejaron sentirme extraño, extranjero. Claro que en la primaria era el único de la escuela que hablaba árabe. Llegué en cuarto de escuela. Hace unos dos años me contactó alguien que estaba conmigo en la clase y me contó algo que yo no sabía. Cuando yo tenía que llegar a la clase, la maestra sentó a todos los niños y les dijo “Mañana llegará un nuevo alumno, del ejército del Sur del Líbano”. Les explicó qué era eso. Y me sorprendió enterarme de eso ya de grande. La verdad. Como dije antes, nunca me hicieron sentir extranjeros. Claro que sentía el corte de lo que había vivido antes, al principio no entendía el idioma y durante meses no me podía hacer entender. Pero siempre me sentí abrazado. Siempre me sentí parte. Que me querían hacer sentir parte. Pero creo que el punto central en el que me sentí israelí  fue cuando hice el servicio nacional. O cuando recibí la orden de reclutamiento a Tzahal.

P: Pero tú no hiciste servicio militar. Optaste por el servicio nacional de aporte a la comunidad.

R: Así es. Pero la gente del ESL recibe orden de reclutamiento. Cuando ya nos presentamos y pasamos todo el proceso, tenemos la opción de elegir si queremos seguir adelante o  no. Yo personalmente preferí ir a un camino en el que sentí que iba a aportar más a Israel. Y no tenía certeza que en el ejército llegaría a la unidad que quería. Por eso decidí al final ir al servicio nacional. Trabajé durante dos años en el hospital Rambam de Haifa, como director administrativo de una clínica ocupacional, clínica de los trabajadores. Éramos unos 75 sirviendo en ese marco del Servicio Nacional

P: ¿Nunca tuviste que lidiar con comentarios ofensivos?

R: Sí, claro. Hay también gente racista. Pero yo no me callo y sé contestar muy bien. Tuve algunos momentos desagradables, pero no pierdo las proporciones y distingo entre algún elemento suelto y la sociedad en general.

P: Y en medio de todo esto… ¿cómo te defines Jonathan?

R: De todo. Libanés, israelí, del ejército sudlibanés. A veces agrego homosexual, depende de la situación. Si es relevante. Vengo de una familia cristiana con 14 generaciones de sacerdotes. Mi familia estaba al frente de la iglesia en Mardjayun. Mi tío era miembro de la iglesia greco-ortodoxa. Yo estaba en el coro de la iglesia. En cada lado tengo una identidad apropiada al lugar específico. A veces pasa que gente me dice que tengo que elegir una de mis identidades. Pero yo no estoy de acuerdo. Y creo que esto es lo hermoso de la sociedad israelí. Hay una gran variedad .Tenemos identidades que no chocan una con otra sino que se complementan. Esa es una de las cosas por las que amo a Israel.

La historia de Yasmin

A Yasmin la entrevistamos tiempo atrás, al notificársele que había sido elegida para prender una de las 12 antorchas en el acto central del Día de la independencia de Israel. lo cual la emocionó profundamente.

Yasmin tiene hoy 22 años y un mundo de emociones y convicciones para compartir.

Es una jovencita árabe israelí, nacida en el seno de una familia cristiana, residente en Nof HaGalil. Es la mayor de tres hijos. Sus padres tienen una agencia de publicidad y su madre también trabaja en comunicaciones. Pero al contar sobre sus padres, destaca ante todo que la criaron en valores que la formaron en profundidad.

Fue elegida por Magen David Adom como voluntaria sobresaliente por su dedicación y su larga trayectoria. Y recientemente, la Ministra de Educación y Cultura Miri Regev le notificó que  ha sido electa para encender una antorcha en el acto central de Iom Haatzmaut por el 72° aniversario de la independencia de Israel.

Yasmin reaccionó sorprendida y muy emocionada, asegurando que en el momento del encendido, seguramente sentirá que todos los miembros de Magen David Adom estarán allí con ella recibiendo ese honor. “Todos se lo merecen”, nos dice.

P: Yasmin, es una alegría poder conversar contigo. ¿Cómo te sientes con este anuncio de la antorcha en Iom Haatzmaut?

R: Muy feliz y orgullosa, por supuesto.

P: Comencemos con tu historia… ¿de dónde viene la jovencita Yasmin Mazzawi como para haber sido elegida voluntaria sobresaliente en Magen David Adom, una organización con mucha responsabilidad?

R: Crecí en un hogar muy abierto, aprendiendo de mis padres a aceptar también a gente de ideas diferentes de la mía, con capacidad de amar a todos, un buen hogar israelí. Me criaron con valores de amor, de saber entregar de mí misma sin esperar algo a cambio, de saber apoyar a los demás, sin distinción entre razas, colores, sexo, siempre respetando a otros.

P: ¿Y de eso se llega con naturalidad al voluntariado?

R: Sí, siempre me gustó. Desde muy chica. En Magen David Adom empecé a  los 14 años. Yo estaba en el plan de voluntariado juvenil. Claro que pasé cursos de capacitación y además uno siempre  va con un jefe de equipo que es el que va capacitando al nuevo voluntario  y con el conductor de la ambulancia, que también está preparado. Lleva tiempo por supuesto ser uno mismo el que está a cargo. Es un proceso. Al principio iba 8 horas por semana y cada vez fue creciendo y llegué a 24 horas.

P: ¿En qué consiste la capacitación que hiciste en su momento?

R: Hice curso tanto teórico como práctico. Se aprende  diferentes tratamientos y prácticas para salvar vidas en una emergencia, cómo apoyar a alguien en una situación crítica, cómo actuar cuando se llega a un escenario de un accidente de tráfico, cómo llevar alguien a cuidados intensivos. Es un tema enorme y con mucha responsabilidad.

P: Entiendo que lo hiciste también mientras estudiabas.

R: Sí, y cuando terminé secundaria, con muy buenas notas, me aceptaron de varias universidades tanto en Israel como en el exterior, pero decidí seguir con mi actividad voluntaria y  entrar el marco de Sherut Leumí, el servicio nacional en pro de la comunidad. Así que primero estudié un año entero muy intensamente un curso para paramédicos que lleva 2 ó 3 años, pero yo lo hice en uno, y entré al Servicio nacional. Este es mi último año.

P: Y siempre en Magen David Adom…es otro hogar para ti.

R: Por supuesto. Además, siempre recibí  enorme apoyo de los médicos y compañeros de trabajo. Magen David Adom y mis padres fueron los que me ayudaron cuando viví una seria crisis a los 16 años.

P: ¿Qué pasó? ¿Por qué?

R: Porque viajé a Polonia con una delegación de Magen David Adom y muchos de mis compañeros de clase me criticaron, diciendo que tengo que estudiar lo de mi comunidad, no eso.

P: Fuiste a recorrer los campos de concentración, a ver de cerca la historia de la Shoa. Hoy en día es mucho más común que vayan árabes.

R: Así es. En ese momento no fue fácil la crítica, pero yo decidí convertir la crisis en oportunidad. Y expliqué lo que aprendí, en árabe, a mi comunidad, di conferencias en distintas escuelas árabes.  Era importante poder contar lo que había vivido el pueblo judío. Parte lo vi en el lugar mismo, es mucho más fuerte que sólo leerlo. Yo ya había aprendido de mis padres que el tema no es tanto cómo reaccionar sino cómo tender puentes y corregir lo que está mal. Así que decidí esclarecer y explicar. Y con mucho orgullo te cuento que hoy en día, 10 de mis amigos, árabes musulmanes y cristianos, también están en Sherut Leumí, el servicio nacional, y 3 están sirviendo en Tzahal.

P: Y sientes que en parte al menos fue tu influencia, tu esclarecimiento.

 

R: Sólo en parte, claro, porque me tomé el tema como proyecto. Es  que en muchos casos, cuando hay malas reacciones, es porque falta conocimiento, por ignorancia. Yo decidí explicar lo que yo misma había pasado y actuar de acuerdo a los valores de Magen David Adom. Y pude contar sobre lo que viví cuando, por ejemplo, al ir a Polonia, estuve en el hotel en una habitación con una chica religiosa, otra haredi (ultraortodoxa) y una secular. Y yo, árabe.  Y cuando estuve en el curso de paramédicos, estuve con una chica francesa judía, una haredi, una religiosa y yo, árabe. Quien quiere involucrarse y ser parte, ve todo distinto. Creo que hay  mucho para contar y transmitir a las nuevas generaciones.

P: Es muy lindo escucharte Yasmin. Y  ahora, todo eso es reconocido formalmente y enciendes una antorcha en nombre de Magen David Adom, pero por ti misma, por lo que simbolizas.

R: Yo creo sincera y auténticamente que todo aquel que trabaja o se voluntariza en Magen David Adom, todos son personas increíbles que trabajan con el alma y ahora en una época muy difícil. Todos lo hacen en forma admirable. Es momento de agradecer a todos por lo que hacen, juntos. Es maravilloso. Me eligieron a mí, pero todos lo merecen.

P: Y esa familia del Magen David Adom que tanto amas, es un reflejo de la sociedad israelí.

R: Sin duda. Es un reflejo del mosaico mágico de la sociedad israelí. Yo quiero tender puentes entre la sociedad toda y la ciudadanía árabe. Y creo que a través del voluntariado, cada uno en lo que puede, se logra hacer mucho.

P: Tú lo ves en tu  rutina ¿verdad?

R: Sin duda. Yo veo con mis propios ojos cómo se llega a dar tratamiento en casos difíciles y se actúa igual con todos. Pacientes, heridos, sean árabes o judíos, circasianos, drusos, musulmanes, cristianos, de todos. Nos encontramos con todos. Y me emociona que todos reciben el tratamiento como se debe, por igual. Pero más allá de eso, cada persona que nos llama, recibe de nosotros la atención y energía como si fuera la primera que vemos en la jornada, aunque ya estamos a veces casi 12 horas trabajando.

P: Verás de todo me imagino…

R: Así es. A veces, te diré, nos llama alguien muy  mayor, que nos damos cuenta que no tiene nada físico, quizás sólo una tos, pero es una persona que está sola y precisa que alguien le hable. Me pasó ayer, que llegamos un lugar y terminé haciéndole té a una persona de unos 90 años…conversamos un rato y parecía renovarse…simplemente estaba muy solo. El tema no es sólo tratamiento médico.

P: ¿Has estado en muchas situaciones en las que pudiste salvar vidas?

R: Sí, por suerte sí, y es una gran cosa cuando luego vemos a esa gente de pie, y nos agradece, si es que nos reconocemos mutuamente. Lamentablemente, también pasa que no logramos salvar y alguien fallece. Y es muy difícil avisar a la familia, terrible. Pero hay que desconectarse de los sentimientos para poder trabajar.

P: ¿Has traído bebés al mundo?

R: Es hermosísimo. Indescriptible.

P: ¿Ves diferencias culturales entre judíos y árabes o entre distintas comunidades en cuanto a cómo los reciben a ustedes cuando llegan a atender un llamado?

R: Yo no veo diferencias especiales. Pero sí te puedo decir que cuando llego a una casa en la que hay una familia de origen ruso, intento hablar en ruso, la terminología médica básica que sé.  Si atiendo turistas, les hablo en inglés, con los judíos en hebreo y con los árabes en árabe. Creo que todo lo que uno pueda hacer para que la persona o familia que nos llama se sientan cómodos, hay que hacerlo. Recordemos que vemos a la gente en sus momentos más íntimos, más difíciles.

La vida de los ciudadanos árabes israelíes

P: ¿Qué reacciones hubo en tu entorno más cercano a tu elección para prender una antorcha? Tu familia, tus amigos…

R: Mi familia me apoyó mucho. También parte de mis amigos. Pero no es que todos reaccionaron positivamente. Es sabido que hay distintas posiciones.

R: ¿Te parece que muchos otros árabes se sienten como tú, tan parte de la sociedad?

R: Sí, estoy segura, lo sé, que mucha gente se siente como yo respecto al país. Pero también hay otros que lo sienten y temen decirlo. Yo creo que tenemos de qué estar orgullosos. Somos ciudadanos israelíes, debemos vivir en paz, juntos.

P: ¿Los árabes israelíes tienen buena vida?

R: Creo que tenemos una vida excelente, estamos muy bien. No digo que no hay problemas, y también puede que haya gente que no siente que vive bien. Pero no tengo dudas de que la enorme mayoría siente que tiene una muy buena vida acá. Y sé que muchos sienten lo mismo que yo.

P: Y ahora, encender la antorcha. ¿Qué sentiste cuando te comunicaron?

R: Fue maravilloso. Me sorprendí y me emocioné mucho.  Siento que es un reconocimiento de mi vínculo con Magen David Adom, que es muy profundo. Allí todos se merecen  prender la antorcha, porque actúan en base a grandes valores por la gloria de Israel….De Magen David Adom aprendí no sólo la profesión sino también a trabajar con amor y constante entrega. Para mí es impresionante saber que voy a representar a todos en el acto. Magen David Adom es un mosaico fuera de lo común, en el que conviven y trabajan juntos árabes, drusos, judíos. Cada uno es una perla y estamos todos unidos por un hilo muy fuerte de valores, mágico, que forma la sociedad israelí. Cada uno con sus ideas y estamos todos juntos.

P: Es una gran cosa escucharte. ¿Hay algo que quisieras agregar antes de terminar?

R: Quisiera decir que exhorto a todos, especialmente a los jóvenes como yo, dondequiera que estén, a hacer trabajos voluntarios. Especialmente en Israel, que hagan voluntariado, el servicio nacional (Sherut Leumi), da una satisfacción impresionante. Con eso se apoya a la sociedad, a tus vecinos, a tus amigos, a tu familia, al país, al pueblo de Israel. Todos conforman el impresionante mosaico de la sociedad israelí. Y también, si me permites, quisiera reiterar que cuando prenda la antorcha, pensaré en todos mis compañeros de Magen David Adom. Todos estarán prendiendo conmigo.

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Fuente: http://www.cciu.org.uy/

La convivencia árabe-israelí

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