El 2 de noviembre de 1917, 107 años atrás, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, encabezado por David Lloyd George puso en marcha la creación del Estado de Israel a través de la hoy conocida “Declaración Balfour”, emitida por el gabinete de ese país en medio de la Primera Guerra Mundial y cuando ese territorio aún formaba parte del Imperio Otomano.
La famosa declaración, que llevó la firma del entonces canciller del Reino Unido, Arthur James Balfour, surgió de una carta dirigida al principal representante del movimiento sionista en ese país, el barón Lionel Walter Rothschild.
Pero fue un documento que quedó opacado para la opinión pública y los gobiernos del mundo porque cinco días después, en la lejana San Petersburgo, se inició una nueva experiencia histórica: la Revolución Bolchevique impulsada por Aleksándra “Shura” Mijáilovna Kolontái y liderada por Vladimir Illich Ulianov, Lenin.
La “Declaración Balfour” fue dada a conocer el 9 de noviembre, dos días después de la toma del poder por los bolcheviques y fue la conclusión de una serie de negociaciones iniciadas el 7 de febrero de ese año entre el secretario del gabinete del RU, Mark Sykes con los líderes sionistas Rothschild y Jaim Weizmann, a quienes aquél, el 29 de junio, les solicitó que presentasen un borrador al respecto.
Sykes fue el mismo alto funcionario que el 16 de mayo de 1916, en medio de la entonces denominada “Gran Guerra” y posteriormente “Primera Guerra Mundial”, había firmado con el representante francés François Georges Picot, un tratado secreto de partición de Arabia, un territorio que en ese momento formaba parte del Imperio Otomano.
Dicho acuerdo, conocido como Sykes-Picot, dio lugar a la conformación de los actuales países que integran la Península Arábica, y cuyas fronteras fueron delineadas, “un sábado a la tarde de 1917″, según el mismo lo recordara, por el entonces ministro de Guerra del RU, Winston Spencer Leonard Churchill. Fronteras que luego se modificaran a raíz de la ocupación de territorios de sus vecinos por el Estado de Israel.
Dicho tratado secreto, que había tenido el respaldo de la entonces Rusia zarista, fue divulgado por los bolcheviques, ya en el poder, luego de conocerse la “Declaración Balfour”, el 23 de noviembre de 1917 y tres días más tarde lo publicó el diario británico “The Manchester Guardian”. Para entonces había dejado de ser secreto.
La “Declaración Balfour”, basada en el borrador encargado a Rothschild y Weizmann y en otros proyectos, pero sin participación de la población palestina de la época quedó concluida el 31 de octubre de 1917 y, en lo esencial, señaló: “El Gobierno de Su Majestad contempla con beneplácito el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, entendiéndose claramente que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o los derechos y el estatus político de los judíos en cualquier otro país”.
De hecho se trató de buscar el apoyo económico y político de la comunidad judía internacional en el marco de la Gran Guerra en circunstancias en que aún los Estados Unidos de América no se habían involucrado en acciones militares y cuando, además, en Rusia se vivía un período de agitación tras el derrocamiento del zar y el avance comunista hacia la toma del poder.
Con esa declaración los británicos dieron marcha atrás respecto de las promesas efectuadas oportunamente al jerife de La Meca, Husayn Ibn Alí al-Hashimi, para que éste se sumase a la guerra. Una participación muy importante que con la colaboración del arqueólogo y militar galés Thomas Edward Lawrence (“Lawrence de Arabia”), provocó la derrota de los turcos en Arabia.
Cuando Lawrence y las tropas de Husayn ocuparon la región y fundaron la Gran Siria, con participación judía, fueron desconocidos por el RU y Francia que aplicando el Tratado Sykes-Picot se repartieron la zona creando los actuales países de Líbano y Siria bajo control francés y de Irak y Jordania, entonces Transjordania, independientes bajo la órbita del RU, más Palestina como colonia del mismo RU.
Mediante la “Declaración Balfour” el sionismo tuvo el primer aval público por parte de una gran potencia mediante el reconocimiento del “hogar nacional”, una formulación hasta entonces inexistente en el derecho internacional. Más tarde el propio gobierno del RU debió aclarar que eso no significaba un desconocimiento de los derechos de los no judíos residentes en Palestina que constituían la gran mayoría de la población, tanto cristiana como particularmente musulmana. Mucho después, en 2017, siendo primera ministra Theresa Mary May, el RU admitió que se trató de una excepción a la norma sobre autodeterminación de los pueblos.
Las consecuencias políticas fueron, a la postre la partición de Palestina y la creación de Israel; los numerosos conflictos bélicos en la región aún persistentes; el giro político de la comunidad judía mundial, hasta entonces mayoritariamente de izquierda, en favor de las potencias occidentales; y la reaparición de un importante anti judaísmo en numerosos países cuya máxima expresión fue el nazismo surgido en un país derrotado en la Gran Guerra en lo que, de algún modo, tuvo que ver la “Declaración Balfour” por el apoyo logrado por el RU de los sionistas en circunstancias en las que ese país tenía problemas financieros como los mostrados en su propia relación comercial con la Argentina.
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