Por Gabriela Fridmanas, para CCIU
Se va acercando Rosh Hashaná, el año nuevo judío 5784, y hoy compartimos esta vivencia que nos deja Gabriela Fridmanas, sobre Goes, su barrio de origen, que junto a Villa Muñoz albergaban una importante población judía. En la foto, el colegio Scholem Aleichem (que estaba ubicado en la calle Constitución casi Rivadavia).
Mis vecinos ya sabían que se acercaba Rosh Hashana porque el olor al guefilte fish nos delataba como otras de las familias judías del barrio.
En Goes no éramos tantos como en Villa Muñoz, pero los suficientes para que estas fechas no pasaran desapercibidas. Y charla va, charla viene… se generaba un clima de convivencia, comprensión y aprendizaje, que ninguna escuela podría proporcionar.
Todo se concentraba en la vuelta. La Scholem y el Dror, educación formal e informal, al alcance de la mano.
Si hablamos de las Fiestas, el barrio nos daba opciones. Celebrábamos en casa tanto como en alguna de las sinagogas que abrían sus puertas. Comenzábamos en la de la calle Defensa, de ahí a Democracia (Poilishe Shil), pasábamos por Inca y finalmente José L. Terra.
Ya no existen esos espacios, prácticamente ninguno, pero sí permanece el espíritu festivo y hoy, como ayer, las Fiestas continúan identificando las casas judías, se encuentren en el barrio que se encuentren.
El cambio no es problema. El propio sentido de los Iamim Noraim nos convoca a examinarnos en pro del cambio, de la renovación, del crecimiento. Hay algo que no cambia: el sentido de pertenencia. Por eso, estos días encuentran a la colectividad judía celebrando. Cada uno a su manera. Cada quien en su barrio.
Pasé otra vez por aquél Barrio. Recorrí Rivadavia. Otros aromas, otras fiestas, clima de convivencia, comprensión y aprendizaje, que ninguna escuela podría proporcionar.
Shana Tova Umetuka, por un 5784 pleno de todo eso!!
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