Por Lic. Rafael Winter (Rufo), para CCIU
Partió a su morada eterna Isaac Borojovich (Z»L) sobreviviente de la Shoá. También se nos fue Meier Markowicz (Z»L) otro sobreviviente de la Shoá. El paso del tiempo es inexorable. Más temprano o más tarde, la mayoría de ellos finalmente decidió hablar o escribir, lo que seguramente no debe haber sido nada fácil y es comprensible, muy comprensible que durante mucho tiempo no lo hayan podido hacer.
Y como muchas veces se dice, «la ley de la vida»…
En lo personal a quien más conocía era a Don Isaac.
Pero no voy a referirme a alguno en particular sino a sobrevivientes en general.
Porque de la generación de los sobrevivientes van quedando poquitos.
Pilares, columnas de la memoria…
Han pasado más de 75 años del final de la Hecatombe.
Entonces: ¿ahora qué?
Los sobrevivientes han sido, son aún, testimonios vivientes del horror de la Shoá.
Más temprano o más tarde, la mayoría de ellos finalmente decidió hablar o escribir, lo que seguramente no debe haber sido nada fácil y es comprensible, muy comprensible que durante mucho tiempo no lo hayan podido hacer.
Pero finalmente lo hicieron. ¡Y vaya si ha sido fundamental!
Hubo quienes estuvieron en ghettos, otros en campos de concentración-exterminio (y varios en más de uno); otros en bosques. Hubo quienes fueron salvados por «Justos entre Las Naciones».
Quienes resistieron de distintas formas: de manera activa o pasiva. Resistieron.
Prácticamente todos perdieron a varios integrantes de su familia durante el horror y presenciaron el horror con sus propios ojos.
Se salvaron providencialmente.
Algunos salieron fortalecidos en su fe, precisamente porque se salvaron.
Y otros, aunque se salvaron, salieron con muchas dudas o descreídos porque presenciaron y vivieron el horror en toda su dimensión.
Cada sobreviviente ha tenido y tiene una historia, una -más bien varias- experiencias, mucho para contar.
Y una vez que empezaron a contar -de manera escrita, oral o ambas- sus experiencias, se transformaron en testimonios vivientes…Imprescindibles.
Ríos de tinta se han escrito y se seguirán escribiendo sobre la Shoah.
Pero los más indicados para hablar de este infierno terrenal han sido y son sin duda los sobrevivientes.
Y ojalá que quienes aún están, hasta 120 años, lo puedan seguir haciendo.
Además, varios de ellos han dado infinidad de charlas y conferencias, a estudiantes judíos y especialmente no judíos; han sido entrevistados por la prensa; se han escrito libros sobre ellos y ellos mismos han escrito libros.
Aquí en el Uruguay, como es sabido, la mayoría de ellos habiendo integrado y aun integrando nuestro Centro Recordatorio del Holocausto, institución que por sobre todo tiene como objetivo principal perpetuar el recuerdo, la memoria: saber y trasmitir lo que pasó, de una generación a otra y para que no vuelva a ocurrir más. Nunca más. Ni al pueblo judío ni a ningún otro pueblo.
Este mensaje («Ni al pueblo judío ni a ningún otro pueblo») ha sido trasmitido permanentemente por ellos.
La generación de los sobrevivientes se nos está yendo…es inexorable…
¿Entonces qué? Entonces debemos continuar, con más ahínco aún, con lo que han hecho y aún están haciendo. Trasmitir su legado. De todas las formas posibles.
A judíos y a no judíos. Como lo hicieron ellos.
Para que la memoria y el recuerdo permanezcan
Siempre.
Y eso depende de cada uno de nosotros…
Es lo que debemos hacer en homenaje a los sobrevivientes, a los que ya no están y a los que -hasta los 120- están…
Fuente: http://www.cciu.org.uy/