La declaración de fines y principios formalizada por las Naciones Unidas en su Carta Constitucional suscrita el 26 de junio de 1945, consagró como uno de sus principales propósitos: “Mantener la paz y la seguridad internacionales. Por su parte, el manifiesto fundacional de la U.N.E.S.C.O (aprobado por la Asamblea General en noviembre de ese mismo año) refiere enfáticamente a la imperiosa necesidad de construir puentes de entendimiento y pacífica convivencia entre los pueblos, apelando a la incentivación de la educación, la ciencia y la cultura. Setenta y tres años después, y ostensiblemente apartadas de aquel primigenio espíritu edificante y conciliador, resoluciones como las adoptadas recientemente por la ONU (en clara connivencia con el accionar terrorista de Hamás), así como la recurrente, arbitraria y tendenciosa deslegitimación del derecho de Israel a salvaguardar la integridad de sus ciudadanos, se tornan más que preocupantes.

Fuente: http://www.cciu.org.uy/

La deriva ética de la ONU y su irreverente negación de la historia

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