El Observador- por Tomer Urwicz

En una de las páginas de su diario íntimo, mientras se escondía del nazismo, la pequeña Ana Frank escribió: “Llegará el día en que termine esta horrible guerra y volveremos a ser personas como los demás, y no solamente judíos”. Ese día —se supone— llegó. Pero la historia de la familia Horovitz, la rama materna de la joven nieta de uruguayos secuestrada por los terroristas de Hamás, muestra que la historia parece repetirse… como un bucle. El parentesco con un asesinado por la dictadura uruguaya, la persecución en Europa y el refugio (que no resultó ser tal) en Israel

Los últimos sonidos que la familia escuchó de Shany Goren Horovitz, la chica de 29 años que fue tomada como rehén cuando Hamás invadió la comunidad israelí de Nir Oz, en la mañana del 7 de octubre de 2023, fue el llanto y la comunicación que se cortó en seco. Los terroristas habían atravesado la puerta del cuarto de seguridad de su casa, donde se refugiaba, y a su paso dejaron los rastros de la barbarie: muebles rotos, agujeros de bala, manchas de sangre.

Un video que el propio movimiento terrorista publicó unas horas después fue la única (y última) señal de vida de Shany: está abrazada a otras jóvenes que son llevadas a la fuerza hasta la Franja de Gaza. Era la imagen de un pogromo —matanza de indefensos— transmitido casi en tiempo real. En pleno 2023.

La Cancillería uruguaya tomó conocimiento de su historia esta semana y ya la reconoció como uruguaya. La ley vigente establece que tienen acceso a la nacionalidad los hijos y nietos de uruguayos.

Los Horovitz, abuelos maternos de Shany, eran uruguayos. Activaban en un movimiento juvenil judío sionista de centro izquierda, Hanoar Hatzioni —en cuyo posicionamiento estaba la idea de entrega de tierras a cambio de paz— y emigraron a Israel en 1953, cinco años después de que se independizara el Estado de los judíos.

Eran tiempos de ideales, del “hombre nuevo”, de vivir en una sociedad colectivista bien distinta a la que había expulsado a sus antepasados de Europa. En su libro El Uruguay Judío, el sociólogo Rafael Porzecanski señaló que “Israel representó el destino de alrededor del 50% de los judíos uruguayos emigrantes”. Y si bien ese flujo migratorio se intensificó en las crisis económicas y durante la persecución que muchos judíos sufrieron en la dictadura uruguaya, en aquellas primeras oleadas había un motor ideológico: el sionismo socialista.

Horovitz, el abuelo de la joven uruguaya ahora secuestrada por Hamás, ya había sufrido a la distancia el secuestro y la desaparición forzada de su primo Eduardo Bleier Horovitz durante la dictadura.

Testigos dicen que Bleier, cuyos restos aparecieron en 2019 en el batallón 13 y fueron los últimos de un desaparecido de la dictadura uruguaya que lograron ser identificados, había estado detenido en el 300 Carlos, un centro de detención clandestino donde al militante comunista le daban paliza doble: por bolche y por judío. Sus padres habían sido fundadores de la Sociedad Israelita Húngara, país del que provienen.

Un tercer primo Horovitz —primo de Bleier y del abuelo de la joven Shany— había sobrevivido al holocausto y emigró a Uruguay recién después de la Segunda Guerra Mundial, uno de los momentos en que la familia perdió a buena parte de los suyos y en la que fue asesinada la pequeña Ana Frank con la que comienza este relato.

¿Cómo los Horovitz llegaron a Hungría? No está claro. Los estudios genealógicos refieren a que ese apellido —y otros que se pronuncian similar incluyendo al pintor uruguayo Gurvich— provienen de la localidad Horvice, en lo que hoy es República Checa. Poco a poco se van desparramando por Europa. “Los Horovitz se instalan hace unos 300 años en una zona rural cerca de Odessa, pero los pogromos, los ataques contra los judíos, los expulsa hacia Hungría”, cuenta a El Observador Gerardo Bleier, hijo del desaparecido Eduardo e integrante del Frente Amplio. Bleier actualmente no tiene contacto con la familia de Shany.

Los pogromos fueron los que mataron, secuestraron y expulsaron a buena parte de los Horovitz. Ahora Shany fue tomada como rehén en un pogromo “moderno”. La historia se repite como bucle.

Breve historia de un secuestro

Shany Goren Horovitz (29) esperaba dormir hasta tarde ese sábado. Era su día de descanso de una semana cargada de actividades educativas que ella lideraba en el kibutz Nir Oz, una comunidad cooperativista a escasos tres kilómetros de la Franja de Gaza. Pero las alarmas de un ataque la despertaron.

Estaba sola en su casa y, como marca el protocolo, corrió a encerrarse en la habitación de seguridad que tienen la mayoría de viviendas en Israel para refugiarse de la caída de misiles. Solo que esta vez el ataque sería diferente.

En el grupo de Whatsapp de los habitantes de Nir Oz empezaron a circular mensajes de que terroristas, con acento árabe, habían entrado y estaban quemando las casas.

¡Están prendiendo fuego mi living! ¡Siento el humo que entra al cuarto de seguridad! ¡Socorro!

Algunos de los mensajes quedaban inconclusos. Nadie más supo de ellos.

Shany llamó a la novia de su hermano mayor, quienes viven en una ciudad fuera del kibutz. Se puso a llorar y, de pronto, la llamada se cortó en seco.

En un video que los terroristas de Hamás hicieron circular por las redes sociales, horas después, se ve a vecinos de Nir Oz siendo llevados como rehenes arriba de la zorra de un tractor. Alrededor unos hombres vestidos de negro, con armas, gritan en árabe: “¡Alá es el más grande!”.

En ese video, sobre la zorra, dos jóvenes se abrazan. Una de ellas, reconocerá la familia, era Shany, la nieta de uruguayos. “Fue la única señal de vida desde el 7 de octubre”, contó a El Observador su tío Shimon Horovitz, hijo de aquellos uruguayos que habían emigrado en 1953.

No hay más información. No se sabe dónde ni cómo está.

Ni siquiera alguien sabe por qué no resistió la cerradura de la habitación de seguridad. ¿Estaba mal cerrada? ¿Era de mala calidad? ¿Los terroristas la hicieron explotar? Son preguntan que solo la secuestrada podrá revelar una vez liberada.

La familia Horovitz, desesperada por tamaña tragedia, se contactó con la embajada de Uruguay en Israel y, desde allí, con Cancillería: su objetivo era que se reconociera el pasaporte uruguayo de Shany para que los terroristas la liberen cuanto antes.

“Cuando los terroristas tienen que liberar a un rehén, por un canje o para dar una señal al mundo, deben deliberar primero a quién entregan. Ahí pesan las nacionalidades, porque hay más países en juego. Por eso creemos que la documentación uruguaya puede ayudar”, explicó Shimon.

La Cancillería uruguaya ya la reconoció como nacional de este país e inició la solicitud formal de liberación. En el caso de rehenes de otros países, por ejemplo, la Cruz Roja es quien colabora al momento del rescate. Pero la sede local todavía no tiene conocimientos del caso de Shany.

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Fuente: http://www.cciu.org.uy/

Horovitz, la historia familiar de la uruguaya secuestrada por Hamás marcada por desapariciones y la persecución

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