En un sentido, la desaparición del periodista del Washington Post, Yamal Jashogui, después que entrara en el consulado de Arabia Saudí en Estambul el pasado 2 de octubre es, básicamente, lo habitual para el régimen de Riad. Arabia Saudí es una teocracia tiránica dirigida como un emporio familiar por los descendientes de Ibn Saúd, el primer monarca del reino, y no ve con buenos ojos a los críticos de la Familia Real, como Jashogui. La represión de la disidencia se da por sentada. De hecho, que el príncipe heredero Mohamed ben Salman, dirigente de facto del país, sea considerado un defensor de la modernización dice mucho sobre lo reaccionario que son él y su régimen. Si permitir a las mujeres conducir se considera una señal de liberalismo, entonces es que estás hablando de un lugar con al menos un pie firmemente asentado en la Edad Media.

Fuente: http://www.cciu.org.uy/

El precio de la amistad saudí

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