Israel Noticias

El 22 de septiembre, la ONU celebró el 20º aniversario de su infame Conferencia de Durban y del virulento Foro de ONG. Allí, las ONG lanzaron una campaña, que continúa hasta hoy, para deslegitimar a Israel a través de la “guerra jurídica”, el Boicot, la Desinversión y las Sanciones (BDS), y otras formas de guerra política. El evento del aniversario se sumó al muy necesario debate sobre los ataques antisemitas contra el Estado de Israel por parte de ONG politizadas que dicen promover los derechos humanos y los valores universales.

Durante más de dos décadas, NGO Monitor ha trabajado para que los donantes de las ONG y otras partes interesadas rindan cuentas en el contexto del conflicto israelí-palestino. Hemos denunciado a poderosas ONG como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, que fueron cómplices del antisemitismo en Durban, por sus continuos ataques al Estado judío. La red de ONGs gasta sus recursos en demonizar a Israel, a expensas de centrar la atención en las atroces violaciones de los derechos humanos. Y Human Rights Watch lidera la inmoral campaña que explota el sufrimiento del apartheid sudafricano para demonizar a Israel.

También hemos subrayado la urgente necesidad de una revisión, pendiente desde hace tiempo, de cómo se ha administrado la ayuda extranjera en Cisjordania y la Franja de Gaza a través de las ONG palestinas. La ausencia de mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, en particular entre los donantes europeos, ha permitido a las ONG palestinas abusar de sus mandatos y disfrutar de un acceso sin restricciones a las asignaciones gubernamentales. Se han desviado importantes fondos hacia el terror, el antisemitismo y la guerra política contra Israel.

En particular, la investigación de NGO Monitor descubrió que, entre 2011 y 2019, solo la Unión Europea autorizó subvenciones de al menos 38 millones de euros (59,5 millones de dólares) a ONG vinculadas al Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), una organización terrorista designada por la UE y Estados Unidos.

Algunas de estas ONG han desempeñado también un papel fundamental en las numerosas resoluciones tendenciosas del Consejo de Derechos Humanos de la ONU contra Israel, así como en las investigaciones de la Corte Penal Internacional sobre supuestos crímenes de guerra israelíes. Recientemente, las ONG palestinas presionaron intensamente para el intento fallido de bloquear la financiación estadounidense del sistema de defensa antimisiles Cúpula de Hierro de Israel.

Más pruebas llegaron en 2019 cuando el servicio de seguridad Shin Bet descubrió una red vinculada al FPLP de empleados de ONG en Cisjordania. Entre los detenidos se encontraban altos funcionarios de la ONG que supuestamente habían llevado a cabo el atentado de 2019 que asesinó a Rina Shnerb, de 17 años. En los 18 meses siguientes, el Shin Bet registró dos oficinas y cerró otras dos de la red del FPLP.

A la luz de estos y otros descubrimientos, y provocados por la investigación de NGO Monitor, Bélgica, los Países Bajos y la Unión Europea abrieron investigaciones. La UE encargó al Servicio Europeo de Lucha contra el Fraude, encargado de investigar la corrupción y las faltas graves en las instituciones europeas, que iniciara una investigación preliminar sobre el supuesto desvío de fondos de desarrollo de la UE al FPLP.

Estas revisiones son pasos importantes hacia una mayor supervisión y responsabilidad. Pero lo que realmente se necesita es un debate genuino y crítico sobre la falsa presentación de estas organizaciones como representantes de la “sociedad civil”. ¿Cómo pueden los donantes conseguir resultados positivos sobre el terreno, sin promover o facilitar la demonización y la violencia?

Incluso las agencias estadounidenses como USAID, que tienen políticas antiterroristas más estrictas, a menudo se quedan cortas a la hora de garantizar la seguridad de sus fondos. Como subraya un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de marzo de 2021, una política sólida sólo es tan eficaz como su aplicación. Al revisar las operaciones de USAID en Cisjordania y Gaza para 2015-2019, la GAO descubrió que la agencia no siempre garantizaba que los sub-beneficiarios fueran investigados adecuadamente, y de manera oportuna, para detectar posibles vínculos con el terrorismo.

Asimismo, una subvención de 723.405 dólares concedida por USAID a World Vision en 2014, “para proporcionar seguridad alimentaria, equipos de saneamiento y servicios de salud a las zonas afectadas por el conflicto en la región del Nilo Azul de Sudán”, demostró que los procesos de investigación eran insuficientes. Para prestar estos servicios, World Vision celebró un contrato con la Agencia de Ayuda Islámica, con sede en Sudán. La ISRA figura en la lista de sanciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro por su actividad de financiación del terrorismo, incluida la de Osama bin Laden y Hamás.

Ahora que el gobierno estadounidense se prepara para administrar 250 millones de dólares a proyectos de la sociedad civil palestina a través de la Ley Nita M. Lowey de Asociación para la Paz en Oriente Medio, son fundamentales los procedimientos que garanticen una adecuada investigación, transparencia y responsabilidad.

Durante años, las ONG han gozado del aura de infalibilidad que les otorgan los gobiernos, los funcionarios de la ONU y los periodistas, que rara vez cuestionan sus motivos, tácticas o reivindicaciones. Este “efecto halo” ha permitido a las ONG influir directamente en la creación y aplicación de la política gubernamental y en las agendas de las organizaciones internacionales.

A menos que se apliquen mecanismos adecuados de investigación y rendición de cuentas, Estados Unidos corre el riesgo de que su ayuda sea objeto de abusos, como en Europa, por parte de ONG implicadas en el terrorismo, el antisemitismo y las campañas contraproducentes.

Al igual que hemos instado a los funcionarios europeos durante años, pedimos al Congreso y al Departamento de Estado que examinen de forma crítica la realidad de la influencia de las ONG, especialmente en lo que respecta a la ayuda y los derechos humanos. Ampliando el radio de consulta con las partes interesadas y los expertos, incluidos los verdaderos representantes de la sociedad civil, el gobierno estadounidense puede empezar a rectificar estas injusticias.

La escritora es vicepresidenta y miembro del equipo de expertos de NGO Monitor. En 2008, recibió el Premio Internacional de Liderazgo del Comité Judío Americano, y ha ocupado altos cargos en el sector privado en Europa e Israel desde que hizo aliyá en 2009.

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Cómo la UE y EE.UU. permiten que las ONG anti Israel prosperen en la ONU

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