Natalia Casarotti, madre de Keshet, un joven asesinado en Israel el 7 de octubre de 2023, cuenta su historia. Vive en Israel y vino a Uruguay, en el marco de una gira en la que pide “justicia”.
Con una misión en la vida y el corazón roto, Natalia Casarotti tiene que enfrentar el día a día con el peso de la muerte de su hijo, Keshet, asesinado en Israel el 7 de octubre de 2023.
Desde ese momento, un manto sombrío le enluta el alma y encuentra en contar su historia un motivo para seguir. “Quiero que la gente sepa realmente lo que está pasando”, dijo a El País, en su visita a Montevideo, en el marco de una gira que comenzó hace un par de meses, financiada con recursos propios.
“Soy parte de una delegación que sobrevivió el 7 de octubre, junto a otras personas que también perdieron a sus hijos o familiares. Vemos que en algunas partes del mundo se nos acusa (a Israel) por lo que hacemos en Gaza, en vez de apoyar o hacer lo máximo posible para los secuestrados que, lamentablemente, aún están Gaza, sean liberados. Por eso, mi misión es llegar a todos los lugares que pueda y decir lo que pasó”, afirmó.
Su voz es aplomada, quizás hasta tranquila, aparentemente contrastando con lo que se esperaría de una madre que atraviesa una tragedia de esta magnitud. Sin embargo, a los pocos minutos de la conversación, espontáneamente dice: “¿Qué más me puede pasar? No tengo miedo. Si muero me junto más rápido con mi hijo, nada más”.
Es por eso que no siente temor de seguir viviendo en Israel, a pesar de la guerra. “En otro país vamos a sufrir el antisemitismo, el único lugar que tenemos es Israel. Para mucha gente es muy difícil hoy en día vivir en Israel, pero es nuestra patria y nuestra casa”, explicó.
Natalia nació en Argentina, tiene la misma nacionalidad que su madre, y su padre es uruguayo. Acá, en Uruguay, tiene a su hermana, un tío y algunos otros familiares. Lleva más de 30 años viviendo en el kibutz Samar, en el sur de Israel, cerca de Eilat, en medio de la naturaleza salvaje de un gran desierto que lo siente propio. Tan desolado y enorme como hoy su interior.
De sus tres hijos, Anan (25), Shemesh (19) y Keshet (que quedará por siempre en sus 21 años), solo este último viajó a la fiesta Nova el fatídico día en el que cientos de terroristas palestinos pasaron la frontera en un lugar llamado “Flecha negra”, el punto más cercano a Gaza, y lo asesinaron.
Más de 1.200 hombres, mujeres y niños -entre ellos Keshet-, fueron masacrados por Hamás, en lo que ha sido la mayor matanza de judíos desde el Holocausto. Ahí comenzó la guerra que todavía continúa arrasando aún más vidas de palestinos e israelíes.
El cuerpo de Keshet apareció aquella misma noche, a Natalia le llevó 4 meses averiguar lo que pasó a su hijo y aún busca respuestas sobre el ataque.
Se pregunta “¿por qué el Ejército no llego sino ocho horas después, cuando en Israel se sabe exacto de dónde salen los disparos?, “¿cómo es posible que ese día, el 7 de octubre, el ejército llegó tan tarde?”.
Natalia forma parte de un grupo de familiares de fallecidos y rehenes en manos de Hamás que han marchado de Tel Aviv a Jerusalén para ejercer presión sobre el primer ministro, Benjamín Netanyahu, para que negocie la liberación de los israelíes que aún están secuestrados. Quiere que se investigue no sólo lo que pasó el 7 de octubre, sino “los últimos 15 o 20 años para saber cómo llegamos a la situación de que Hamás, sin que nos diéramos cuenta, se hizo tan fuerte y tan grande que realizó el peor ataque del siglo XX y el más grande en Israel”, afirmó.
A su entender, “para el gobierno es más importante seguir la lucha que preguntar qué pasó”, dijo. Y piensa, al igual que muchos civiles, israelíes, que Netanyahu no quiere el fin de la guerra, ya que sobrevendrían más investigaciones.
“Estoy con el grupo ‘Consejo de Octubre’, que firmamos y luchamos por la verdad y la justicia. Es increíble que tengamos que luchar por cosas básicas como estas”, agregó.
Consultada sobre las matanzas masivas -y para muchos, desproporcionadas- de palestinos en Gaza, Natalia consideró que hay civiles en Gaza que colaboran con los terroristas, porque “se han criado sobre el odio”. En ese marco, esta madre no entiende, por ejemplo, las protestas propalestinas que actualmente se organizan en muchos países.
Igualmente, reconoció que hay civiles palestinos, sobre todo madres, que están sufriendo en esta confrontación histórica, que como toda guerra, es injusta.
Natalia ha estado relatando su historia y dando su visión de la guerra en EE.UU., México, Costa Rica, Bogotá, acaba de irse de Montevideo y ahora se encuentra en San Pablo, Brasil.
“Difundir lo que pasa es mi misión”
“Me duele el corazón también por la gente que no debería morir. Se tiene que encontrar una solución, no se puede seguir viviendo así, no sé cuál es la solución pero en los dos lados (israelí y palestino) hay madres que pierden a sus hijos”, dijo Natalia Casarotti.
Esta madre israelí apuntó directa y duramente contra Hamás. “El problema es que Hamás no es un gobierno, es un grupo terrorista y, con un grupo así, es imposible hacer tratos de paz”, señaló.
“Además, ellos matan a quienes no aceptan el camino que tienen o indican. Son animales, matan a su propia gente. Hay civiles palestinos que están con ellos y eso no se dice”, agregó. Sobre los liberados, afirmó, de acuerdo a su experiencia y contacto directo con sus familias: “Sabemos que no les dan de comer a los rehenes. A los liberados los hacen sonreír al ser devueltos, luego de haber estado bajo tierra durante meses, con candados en los pies. Les dan algo más de comida una semana antes de liberarlos porque, si no, saben que no podrán salir como ellos quieren, caminando y obligados a sonreír”, consideró.
Concluyó diciendo que continuará con su nueva “misión” en la vida -de difundir su historia-, y para la liberación de los 59 rehenes que aún están en Gaza.
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