El 27 de marzo de 1940, Heinrich Himmler, jefe de las SS nazis, dio la orden de construir uno de los campos de concentración y exterminio más notorios de la Segunda Guerra Mundial: Auschwitz, escenario y símbolo de la Shoá.

Ubicado en la población polaca de Oswiecim, a unos 60 kilómetros de Cracovia, este campo se convirtió en el escenario de uno de los genocidios más horribles de la historia, donde entre un millón y un millón y medio de personas, principalmente judíos, gitanos y otros enemigos del régimen nazi, perdieron la vida.

Auschwitz se erige hoy como un monumento para recordar las atrocidades cometidas y para asegurarse de que tales horrores nunca se repitan. Pero su historia comienza con la ocupación nazi de Polonia, cuando Adolf Hitler y sus seguidores pusieron en marcha un plan sistemático de exterminio y control territorial, con un enfoque particular en la “germanización” de los pueblos conquistados.

Orígenes y finalidad del campo

El propósito inicial de Auschwitz no fue precisamente la exterminación masiva, sino más bien la creación de un campo de concentración donde los prisioneros pudieran ser detenidos antes de ser enviados a otros lugares dentro del Reich. Sin embargo, pronto se hizo evidente que este lugar funcionaría no solo como un centro de reclusión, sino como un campo de terror en el que los prisioneros serían sometidos a trabajos forzados y brutalidad.

En junio de 1940 llegaron los primeros prisioneros a Auschwitz, un grupo de prisioneros políticos polacos, quienes fueron forzados a construir el campo en condiciones deplorables, usando barracones abandonados por el ejército alemán. Las primeras estructuras se erigieron rápidamente, y entre ellas destacó el temido Bloque 11, conocido por ser el centro donde se aplicaban los castigos más crueles.

La construcción de Auschwitz-Birkenau y el comienzo del exterminio

En 1941, debido a la creciente detención de judíos, Himmler decidió expandir Auschwitz, construyendo Auschwitz-Birkenau, un campo mucho más grande y alejado unos tres kilómetros del campo original. Este nuevo campo se convirtió en el principal lugar de exterminio dentro del complejo de Auschwitz, donde los nazis llevaron a cabo la “solución final”, un plan destinado a erradicar a los judíos europeos mediante el asesinato en masa.

En Auschwitz-Birkenau, los prisioneros llegaron en trenes que traían a miles de personas desde los guetos de Europa del Este. Al llegar, los nazis separaban a los hombres fuertes de las mujeres, niños y ancianos. Los primeros eran destinados a trabajos forzados, mientras que el resto era conducido directamente a las cámaras de gas, donde serían asesinados de inmediato.

El infierno de Auschwitz

Las condiciones dentro del campo eran absolutamente inhumanas. Más de 100.000 prisioneros vivían en condiciones de hacinamiento extremo, con barracones saturados de personas, enfermedades que se propagaban rápidamente, y un suministro de comida insuficiente. Los prisioneros tenían que trabajar interminables horas y eran sometidos a torturas físicas y psicológicas. A pesar de estas condiciones, el verdadero terror para los prisioneros era el comportamiento de los oficiales de las SS, quienes sin piedad enviaban a miles de personas a las cámaras de gas.

La llegada de Josef Mengele, el infame “Ángel de la Muerte”, marcó un nuevo nivel de horror en Auschwitz. Este médico nazi utilizaba a los prisioneros, especialmente a los gemelos, como sujetos de experimentos médicos, sometiéndolos a procedimientos crueles y dolorosos con fines pseudocientíficos.

La destrucción final y la liberación

El 18 de enero de 1945, ante el avance del ejército soviético, los nazis evacuaron Auschwitz, llevando a los prisioneros restantes en una marcha de la muerte hacia Alemania. La mayoría de los prisioneros fueron asesinados en el camino, y solo 7.650 prisioneros sobrevivieron cuando el ejército soviético liberó el campo el 27 de enero de 1945.

Hoy, Auschwitz permanece como un recordatorio sombrío de la brutalidad del régimen nazi y el sufrimiento de las millones de personas que murieron allí. La memoria de las víctimas de Auschwitz sigue viva en el memorial del campo, que sirve como un poderoso recordatorio de los horrores del Holocausto y la necesidad de evitar que tales atrocidades se repitan.

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Hace 85 años, Himmler ordenaba la construcción del campo de concentración de Auschwitz

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