Hoy al atardecer y coincidiendo con shabat comienza el día más sagrado del calendario judío: Iom kipur. Día de la expiación. Día del perdón. Artículo del Lic. Rafael “Rufo” Winter.

Nuestros sabios expresaron que, si el arrepentimiento es sincero, D’ os perdona las trasgresiones cometidas contra Él, no así las que una persona comete contra su prójimo. En tal caso, primeramente la persona ofendida o agraviada debe perdonar -si así lo considera- al ofensor y recién después llegaría el perdón de D´os…

Pedimos especialmente perdón por las trasgresiones “morales”, aun más que por las “rituales”…

Me retrotraigo al pasado y me vienen recuerdos de mi niñez y adolescencia. Era la víspera de Iom kipur.

En mi casa, a las 5 de la tarde, con el mantel blanco sobre la mesa y las velas encendidas y bendecidas comenzaba la “cena” (seudá mafseket: la ´´ultima comida” antes del ayuno).

Nuestros padres nos bendecían a mis hermanos y a mí antes de ir al Templo.

Encendíamos el Ner Zikarón, la vela recordatoria por nuestros familiares cercanos (mis abuelos) fallecidos.

Comenzaba el ayuno e íbamos al Templo. Un Templo rebosante de gente.

El rabino, el jazán (cantor litúrgico) y muchos feligreses, vestidos con el Kitel (manto blanco sobre sus ropas).

Zapatillas o zapatos de goma, no de cuero…

Al comienzo de las plegarias nos revestíamos con el Talit (manto ritual de oraciones) y casi enseguida escuchábamos de nuestro inolvidable Jazán los acordes del Kol Nidrei, la plegaria clásica de Iom kipur… Emotiva, que llegaba al alma. Por tres veces repetida.

Padres, hijos e incluso abuelos todos juntos…

Con el Majzor, libro de rezos de Iom kipur.

Las hermosas melodías litúrgicas, muchas de ellas de fines del siglo XIX o de principios del XX, acompañadas por un coro.

En la galería de las damas, algunas voces resaltaban especialmente, parecían las voces de un ruiseñor…

La drashá, prédica del rabino plena de contenido y mensajes…

Y al finalizar cantábamos el himno “Igdal” y luego a casa…

Al día siguiente vuelta al Templo, un extenso servicio religioso de la mañana hasta la noche, casi sin interrupción, con el IZKOR (oración recordatoria) como momento central. Rostros tristes. Compungidos. Afloran muchos recuerdos de aquellos que no están…

Amigos que hace tiempo no se veían y se reencuentran y saludan. La tradicional “recorrida” de una Sinagoga a otra…

Las plegarias de arrepentimiento y perdón con la entonación tradicional.

El Vidui: la confesión de “pecados” en la que nos golpeábamos el pecho al recitarlos…

La lectura de la Torá. La lectura de la Haftará (capítulo de los profetas)  del Profeta Jonás…Texto bíblico extraordinario.

Nuevamente la profunda drashá del rabino.

La última hora y media: la oración de Neilá (conclusión); el estómago “haciendo ruido”, la gente mirando el reloj y la finalización de Iom kipur con un largo y estridente toque de shofar…

La gran duda ¿seremos inscriptos en el Libro de la Vida?

El saludo de Gmar Jatimá Tová…

Y la gente que se abraza con mucha efusividad. Hasta aliviada, diría…

Terminaba un día tremendo, además de sagrado.

Algunos recuerdos quedaron en el pasado…

Otros están aun en el presente y continuarán para siempre en el futuro. Sea como sea serán recuerdos imborrables!!

Quisiera agregar un “Avinu Malkenu” a los ya existentes en el Majzor: “AVINU MALKENU, Haz que nuestros aun secuestrados vuelvan lo antes posible, sanos y salvos a casa”

GMAR JATIMÁ TOVÁ!!!

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Iom Kipur, ayer, hoy, siempre…

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