Por. Lic. Rafael (Rufo) Winter, para CCIU
Mañana sábado 27 de marzo a la caída del sol (hasta el domingo 4 de abril), comienza Pesaj, una de las festividades más importantes del calendario judío. El Lic. Rafael Winter (Rufo) nos presenta en este artículo su reflexión para la ocasión. ¡JAG PESAJ SAMEAJ!
«En cada generación cada ser humano debe verse a sí mismo como si él mismo hubiese salido de Egipto…y le contarás a tu hijo».
Tradición y continuidad.
Este es uno de los fragmentos más significativos de la Hagadá, el pequeño-gran libro que nos relata la historia de Pesaj y que leemos en familia las primeras dos noches, llamadas Seder (orden) porque en ambas noches, que se celebran en familia, todo se acostumbra hacer de acuerdo a un orden preestablecido.
El Seder es mucho más que una cena familiar.
Alguien lo definió alguna vez como una «excepcional clase didáctica», en la cual los niños juegan un papel protagónico, haciendo preguntas…Muy importante que siempre haya preguntas….
No siempre hay respuestas…
Sí: el niño es fundamental en ambas noches del Seder.
Y con tal de mantenerlo «despierto» se «inventaron» recursos como la búsqueda del afikoman, trozo de matzá que casi al principio del Seder se lo esconde, para que alguno de los niños, al finalizar lo encuentre, se le da una «recompensa» y así mantenerlo despierto.
Porque es muy importante captar la atención del niño ya desde temprana edad, y que él entienda el mensaje de Pesaj. En una palabra, Seder es educación. Y como debe ser: a muy temprana edad…
El mensaje principal (no el único) es el de la libertad.
Uno de los nombres alternativos de Pesaj es el de «Zeman Jeruteinu», «tiempo de nuestra liberación».
A través de la historia de Pesaj el pueblo judío fue pionero, en el sentido de darle a la libertad el valor que corresponde.
Como tantas otras cosas en la vida, la libertad muchas veces se la da por obvia y recién se la valora cuando se la pierde…
Si bien celebramos la libertad, y el símbolo característico en ese sentido es la matzá (pan sin levadura que prepararon y comieron nuestros antepasados al salir de Egipto de acuerdo al relato), no podemos olvidarnos del hecho de que también fuimos esclavos, eso nos marcó para siempre: y por tal motivo, en la mesa del Seder también encontramos símbolos que tienen con ver con la esclavitud, como el Maror, las hierbas amargas que nos recuerdan aquellos tiempos tan amargos y tristes previos a la liberación.
De nuestra larga «estadía» en Egipto sacamos consecuencias y por tal motivo la Torá responde a esa época con un precepto de amor: «Amarás al extranjero porque extranjero fuiste en tierra de Egipto».
Nada de revancha. Nada de odio. Por el contrario: amarás al extranjero…
Son conocidos, entre otros, los relatos-milagros de las 10 plagas de Egipto.
Y el cruce-milagroso del Mar Rojo.
Mas allá de la forma en la cual estos hechos habrían ocurrido y cada cual los interpreta, legítimamente, a su manera, no hay duda que en la memoria colectiva del pueblo judío estos relatos se encuentran presentes desde hace miles de años y seguirán estando presentes. Para siempre.
La historia de Pesaj es parte esencial de nuestra identidad.
10 plagas dijimos.
Vivimos en una época en la cual existe especialmente una 11va plaga, la terrible pandemia que nos toca vivir y en la cual todos estamos expuestos. Quizás peor que algunas de las plagas de Egipto.
Por lo cual -al igual que el año pasado, pero en peores condiciones- los hogares judíos deberán estar limitados en el Seder en cuanto a personas y no podremos celebrar Pesaj como si fuera en una época normal.
Pero la celebración no pasa solamente por la cantidad de personas que están alrededor de la mesa.
Pesaj está en nuestros corazones, hay muchos rituales que sí se pueden hacer y para realizar «la clase didáctica del Seder» con un hijo, con un nieto, es suficiente…
Lo fundamental es recordar por los siglos de los siglos el eterno mensaje de Pesaj: ¡la libertad!
¡Jag sameaj!
Fuente: http://www.cciu.org.uy/