Continuando con la publicación de las alocuciones de los legisladores participantes en la Sesión Especial de la Comisión Permanente del pasado 27 de enero, compartimos el discurso del Senador del Frente Amplio, Oscar Andrade.

Es un enorme honor hacer uso de la palabra en nombre de la bancada del Frente Amplio en un día de tanta trascendencia histórica.

El pastor luterano Martin Niemöller, a través del siguiente poema, dio una enseñanza:

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas

            guardé silencio

            porque yo no era comunista,

            Cuando encarcelaron a los socialdemócratas

            guardé silencio

            porque yo no era socialdemócrata,

            Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas

            no protesté

            porque yo no era sindicalista,

            Cuando vinieron a llevarse a los judíos

            no protesté

            porque yo no era judío,

            Cuando vinieron a buscarme

            no había nadie más que pudiera protestar.

Hoy es un día de necesaria reivindicación de la memoria, de dialogar con las causas que permitieron la barbarie. Sin duda, la Primera Guerra Mundial, que generó los tratados de salida, ambientó el fortalecimiento de un nacionalismo extremo, de respuestas extremas y de facciones. En ese sentido, debemos mencionar el surgimiento del fascismo en Italia, inspirador del hitlerismo, con la marcha de Roma en 1922, los asesinatos selectivos y las bandas fascistas, y la crisis económica de 1929, que no encontró respuesta institucional y que fortaleció las salidas represivas ante la pasividad, es decir, ante la debilidad de la Sociedad de las Naciones creada para intentar responder a la barbarie.

Hitler, que fue soldado en el frente y que tuvo un espacio electoral marginal en las elecciones de 1928 –no alcanzó al 3 % del electorado–, llega al poder en 1933, con un programa explícito de discriminación racial ambientada a fines del siglo XIX, que expresaba, en particular, el odio hacia la colectividad judía.

La comunidad internacional no supo reaccionar; no supo reaccionar cuando Italia invadió Etiopía; no supo reaccionar cuando Italia y Alemania abandonaron la Sociedad de las Naciones; no supo reaccionar, señora presidenta, cuando Italia participó decisivamente en apoyo a los generales que daban fin a la república española en 1936  –se colocó en una postura de no intervencionismo cuando el eje, entre Italia y Alemania, participó de manera decidida para derrocar ese proceso democrático–; no supo participar cuando Alemania se anexionó Austria; no supo participar cuando desde 1935 las duras leyes de Núremberg generaron componentes de discriminación inadmisibles, en particular para la colectividad judía.

Los tratados internacionales –tanto el de Múnich, que firmaron Inglaterra y Francia con Italia y Alemania, y que generó un conjunto de concesiones que desencadenaron una guerra inminente, como el de 1939, firmado por la Unión Soviética– abrieron paso a lo que fue la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y enseñaron que contra el fascismo y contra una potencia fascista queda solo el camino de la unidad, la lucha y el enfrentamiento en clave democrática.

La práctica de exterminio y de terror –investigaciones históricas ubican un entorno de 40.000 campos de concentración y siete campos de exterminio– mostró el tamaño de la brutalidad ya cuando, en enero de 1941, después de la operación Barbarroja que invadió la Unión Soviética, se estableció la solución final al pueblo judío.  El  año  anterior  se  había asesinado a cientos de miles, en principio por escuadrones paramilitares que estaban previstos para ejecutar –habían sido clave en la invasión a Checoslovaquia– la resistencia organizada de la militancia de los partisanos y asumir a todo judío como un partisano.

De los por lo menos seis millones de personas que fueron asesinadas, se estima que un veinte por ciento eran menores de catorce años. Hubo todo tipo de régimen de tortura. En principio fusilamientos y después cámara de gas para ahorrar municiones. Paradojalmente, el más famoso de los campos de exterminio en Auschwitz, que hoy es un museo, dice: «El trabajo los hará libres». Eso demuestra la paradoja de la barbarie. Una vez conocidas las salvajadas, las brutalidades del fascismo y del nazismo en la Segunda Guerra Mundial, la población mundial incorporó el concepto de que esos crímenes no fueron contra el pueblo judío, contra los gitanos, contra las personas en situación de discapacidad o con padecimientos mentales, sino que fueron crímenes contra la humanidad. Esto hizo que se instalara un concepto diferente para abordar las cuestiones relacionadas con la barbarie, lo que merece un homenaje como el que estamos haciendo en el día de hoy, en memoria y no para olvidar.

Hay una frase de un periodista checo, Julius Fučík, quien participara de la resistencia contra los nazis y fuera asesinado por la Gestapo, que creo tiene que ver con esa reivindicación de la memoria. Fučík escribía, en un libro que su compañera Gusta publicó poco después de que él fuera fusilado por los nazis: «Solo os pido una cosa: si sobrevivís a esta época, no olvidéis. No olvidéis ni a los buenos ni a los malvados. Reunid con paciencia los testimonios sobre aquellos que cayeron por ellos y por vosotros. Un día el hoy pertenecerá al pasado, y se hablará de una gran época y de los héroes anónimos que han hecho historia. Quisiera que todos supiesen que no hay héroes anónimos. Eran seres con nombres, con rostros, con deseos y esperanzas, y el dolor del último de los últimos no ha sido menor que el del primero, cuyo nombre perdurará. Quisiera que todos ellos estuvieran cerca de vosotros, como miembros de vuestra familia, como vosotros mismos. Los nazis han exterminado a familias enteras de héroes. Amad por lo menos a uno de ellos como si fuese un hijo o una hija, y sentíos orgullosos de él como de un gran hombre que vivió para el porvenir. Cada uno de los que han servido fielmente al futuro y cayeron para que fuera más hermoso, es una figura esculpida en piedra».

Señora presidenta: hoy es un día para homenajear a quienes resistieron, a quienes, en los guetos, en los campos de concentración, enfrentaron el terror, a los sobrevivientes y a los que no sobrevivieron, a los que fueron capaces, en condiciones de terrible infrahumanidad, de soportar el terror. Es un día para convocar a la reflexión y a la humanidad.

No es casualidad que, en ese período de crisis del liberalismo, desde la salida de la Primera Guerra Mundial hasta 1938, lo que más ocurrió fue la disolución de los parlamentos. Ese año quedaba menos de un tercio de los parlamentos que funcionaban de manera constitucional a la salida de la Primera Guerra Mundial, y menos aún en 1944. Por lo tanto, desde esta casa, trinchera de la democracia, sumarnos a un día como el de hoy, de homenaje a la memoria, a la humanidad, al martirio del pueblo judío y a la condena de los crímenes y los genocidas de la Segunda Guerra Mundial, es para el Frente Amplio una necesidad que hace honor a la mejor tradición de nuestro pueblo.

Gracias, presidenta.

(Aplausos en la sala y en la barra).

Fuente: http://www.cciu.org.uy/

Senador Andrade: “La comunidad internacional no supo reaccionar”

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