En el mismo momento en que el presidente electo Yamandú Orsi ha declarado que postula la solución de los dos Estados (una propuesta razonable vista desde acá, pero que se da de bruces con la explícita intención genocida de Hamás), un gobierno departamental de su propio signo político está dando un mensaje inequívoco de respaldo a los terroristas y condena al país democrático que se defiende de su agresión. Crédito foto: La Prensa, Salto

La noticia recuerda a otra de hace unos años, cuando el presidente del Pit-Cnt rindiera pleitesía al dictador genocida de Venezuela, “en nombre del pueblo uruguayo”. La izquierda radical lo hizo de nuevo.

Acaba de trascender una invitación firmada nada menos que por la Intendencia de Salto, titulada “El pueblo de Salto en solidaridad con el pueblo de Palestina”, que propone en forma textual: “Con inmensa alegría invitamos a participar en la colocación de la placa conmemorativa del Pueblo de Palestina. Será en el espacio ubicado en la intersección de las calles Morquio y Wilson Ferreira Aldunate, de esta ciudad de Salto. Convoca: Comisión Solidaridad Salto-Palestina”. Además del logo de la intendencia, en la invitación aparecen tres ilustraciones: las banderas de palestina y uruguaya y, para mayor sorpresa, otro pabellón palestino enmarcado en el mapa de Israel.

O sea que no solo estamos ante un gobierno departamental de nuestro país subido al carro de la suicida prédica antiisraelí que avanza en Occidente, sino que además lo hace literalmente erradicando a Israel de su patria, dando por buena la feroz consigna de Hamás de dominar el territorio “desde el río hasta el mar”. Todos saben que esta expresión, que se encuentra en la carta constitutiva de la organización terrorista, promueve lisa y llanamente el exterminio del pueblo judío.

En el mismo momento en que el presidente electo Yamandú Orsi ha declarado que postula la solución de los dos Estados (una propuesta razonable vista desde acá, pero que se da de bruces con la explícita intención genocida de Hamás), un gobierno departamental de su propio signo político está dando un mensaje inequívoco de respaldo a los terroristas y condena al país democrático que se defiende de su agresión.

Sobre la extrema violencia de la respuesta israelí se pueden tener distintas opiniones, sobre todo desde la comodidad de un país como el nuestro, donde existe inseguridad pública, pero no una banda terrorista que secuestra, tortura, viola y mata a personas de toda edad y condición, por el solo hecho de ser judías.

Lo que nadie puede negar es que Israel es un país democrático, con autoridades que, gusten o no, han sido elegidas por el voto ciudadano. Tampoco puede obviarse que luchan contra un enemigo que se esconde en forma artera debajo de escuelas y hospitales, usando a la población civil como escudos humanos.

Asiste razón al diputado electo Gerardo Sotelo, al contestar a ese agraviante mensaje de la intendencia salteña que Israel “es un país amigo, con el que Uruguay mantiene relaciones diplomáticas desde 1948 y donde viven varios miles de uruguayos. Se puede ser así de ignorante pero no así de ingenuo”.

Esta aberración del gobierno departamental de Andrés Lima se suma a otros deslices occidentales recientes, tal vez más sutiles pero igualmente preocupantes.

Esta semana el Papa Francisco oró ante un pesebre donado al Vaticano por el embajador palestino, en que se hizo reposar al niño Jesús sobre una kefiah, el pañuelo que simboliza la “lucha” de esa nación.

Ante el cauto silencio de la embajada de Israel, el rabino jefe de Génova, Giuseppe Momigliano se quejó de que “la palestinización del Jesús judío, no es algo nuevo en el ámbito eclesiástico”, manifestando que representarlo con una kefiah es “otro paso para privarlo de su identidad histórica de pertenencia, penalizar el diálogo y no ayudar a detener el antisemitismo”. (En el momento de escribir esta nota, se anuncia que tanto el niño Jesús como la kefiah desaparecieron del pesebre, sin explicación alguna del Vaticano).

Lo evidente es que, desde un jerarca departamental uruguayo escaso de criterio hasta el mismísimo Papa, pasando por estudiantes de innumerables universidades europeas y estadounidenses, no parece existir conciencia en nuestras sociedades de la grave amenaza fundamentalista que se cierne sobre nuestros valores de convivencia y respeto a los derechos humanos.

El mismo Papa que avala esos mensajes belicistas debería saber que, de triunfar en sus objetivos, el integrismo islamista terminaría decapitándolo, tal como ya lo ha anunciado en más de una oportunidad.

La progresía occidental sigue, en el mejor de los casos, silbando hacia arriba (y en el peor, atizando el odio fundamentalista con estúpido entusiasmo), mientras avanza un antisemitismo de imprevisibles consecuencias para la humanidad.

Sería bueno que, también en esto, el presidente electo ordenara a su tropa y explicara fuerte y claro de qué lado del partido juega el Frente Amplio.

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Una afrenta incalificable

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